Una vez popfan, siempre popfan
¿Recuerda usted el anuncio con este dicho? Se veía a un hombre sentado, desde el pecho para abajo, camisa blanca, corbata, traje formal oscuro – solo se asomaban unas botas de plataforma estilo disco, coloridas y salpicadas con estrellas brillantes. Una vez popfan, siempre popfan, eso me quedó claro. Hace poco conocí al artista Bernard Föll. El encuentro fue una curiosidad verdadera que data indirectamente de los tiempos de pop de Berlin, los cuales, son los 80s. Conozco a su novia, la conozco incluso desde aquellos tiempos en los que ayudó a dar forma y por ella misma dirigidos algunos locales sustanciales de la escena berlinesa, acompañándolos hasta sus (respectivas) dignas desapariciones. Así éramos. En todo caso, Bernard inmediatamente me invitó a su estudio, donde me mostró sus cosas y hablamos sobre el universo y todo el resto.
Bernard Föll había venido a Berlin (del oeste) en 1974 como migrante del „Bundeswehr“, donde en ese entonces uno iba (aparte del ejercito alemán), no para hacer carrera, sino para hacer algo más notable. Para Bernard eran las películas al principio: experimentaba con Super-8 y se unió al grupo “Best Boys Connection“, que organizaba tours de proyecciones de películas en asociación suelta con el „AV-Geschoß“ en la Crellestraße de Schöneberg. No solo mostraba películas, sino que también pronto empezó a diseñar los carteles del tour. Siempre había disfrutado jugar con colores, derramarlos por ejemplo, en transparencias mientras que filmaba y editaba los resultados en su película de collage. Pintar ya no era un salto tan grande. Especialmente porque el universo había sembrado una semilla bastante diferente en él: su entusiasmo por la música empezó de joven. Había grabado, como alguna vez usual, cientos de audio-casetes y proveyéndolos todos (!) con carátulas hechas por él mismo, esto haciéndole encontrar su pasión por carátulas de audio-casetes como una forma de arte. En algunos de sus trabajos actuales esto aún se puede notar: formatos cuadrados, normalmente organizados como dípticos — o sea, álbumes dobles, le dije, y pareció que se percataba de algo en ese preciso momento. El Bernard Popfan. Sobre sus ilustraciones escriben mis colegas de manera más competente que yo en las siguientes páginas de este catálogo, que de hecho, es el primero que publica. Como lo mencioné antes, siempre había cosas más importantes en la cabeza que hacer carrera.
Entonces fuimos por una cerveza. Bernard, en su traje oscuro formal, se puso para salir su sombrero y abrigo en una manera que se asemejaba un poco a una versión inteligente de Heinz Rühmann, lo que uno, a los sesenta y cuatro, también podría y debería con placer permitirse. Justo lo que pretendo hacer. Zapatos negros y elegantes, por cierto. Sus botas de plataforma estilo disco las dejó en el armario, probablemente solo las saca en ocasiones especiales.
Christian Tagger
Exponiendo las capas de la realidad
En sus tres décadas artísticas, Bernard Föll, ha desarrollado un estilo propio. Al hablar con el pintor nativo de Stuttgart en su taller, uno se percata rápidamente que se interesa por diversos temas y se ocupa intensamente de temas al rededor de la música, historia de la cinematografía, filosofía, y religión. Uno llega rápidamente a la impresión, de que Bernard Föll intenta comprender todo el asunto y obtener una visión más genuina/ despejada sobre las cosas. Probablemente se debe a su desarrollo profesional pero sobre todo a su enfoque no ajustado, poco convencional y como él mismo dice, un enfoque autodidáctico del arte. Ciertamente su primer contacto con el formato Super-8 abrió un terreno de juego para su forma de hacer arte. El los 80s trabajó como actor y director incorporando numerosas técnicas artísticas como instrumentos de expresión cinematográfica. Seguramente estas experiencias artísticas y su propia valoración de que encontró el arte a través del diseño gráfico de carteles de cine son la base de su trabajo artístico.
Por eso mismo, es difícil clasificar los cuadros y collages que ha realizado hasta ahora dentro de las categorías artísticas comunes. Por supuesto se puede relacionar con el Pop-Art, Comic, con los surrealistas y tal vez aun más con una especie de arte callejero rebelde. Pero no le harían a sus complejos trabajos justicia alguna.
Compone sus obras de arte en tonos pastel y utiliza principalmente colores acrílicos a los que da un toque de virtuosismo. Uno casi podría decir que está explorando deliberadamente. El acomoda en sus dibujos un montón de objetos como fotografías y telas.
En su apariencia, sus obras recuerdan a viejas imágenes japonesas o historias contadas en cómics. En definitiva, su forma de trabajar sigue un gesto ecléctico, utilizando magistralmente una gran variedad de materiales e igualmente diversas técnicas artesanales. Son utilizadas numerosas plantillas, que son, como él mismo comenta emocionalmente: “…todas hechas a mano“. Son utilizadas numerosas plantillas
—todas hechas a mano— como él mismo comenta emocionalmente. Atribuye gran importancia a las habilidades artesanales como el corte de silueta o las distintas técnicas de pinceles y de pulido.
Este es un aspecto central de su traba artístico: su arte es honesto y artesanal. En sus cuadros no quiere mostrarnos mundos de ensueño recién inventados, sino la realidad. Aquí surge una conexión manipuladora que afecta el arte desde la antigüedad en su interior. Mas casi podría decir que Föll persigue el antiguo ideal del arte, ya que combina la habilidad técnica y el efecto estético en el sentido de techné. En cierto modo, es un coleccionista de lo que atrae su atención estéticamente hablando.
Todo lo que colecciona tiene una referencia concreta a la vida y tiene una carga política. Para ello utiliza cajas de notas visuales en forma de bolsas de pared transparentes de gran tamaño, en las que recoge imágenes, textos y objetos y los clasifica temáticamente para tenerlos siempre presentes como fuente de inspiración para sus obras. Los muchos coleccionables esperan, por así decirlo, hasta que estén maduros para ser incluidos en sus pinturas y collages. Föll utiliza plantillas para crear capas de imágenes de varias capas que cuentan una historia. Con sus técnicas consigue fusionar los diferentes niveles de una ciudad y dotarlos de profundidad y enfoque. La técnica del esténcil está virtualmente predestinada a reproducir en primer plano ciertos elementos de la imagen global de tal manera que se crea la impresión de que toda la imagen sólo sirve para un propósito: resaltar un elemento especial. Una plantilla (del francés échantillon) es un patrón de recorte para hacer cosas de la misma forma, que luego puede ser transferido a una superficie.
En el significado original francés de la palabra échantillon significa una parte de una cosa que puede representar el todo. En este sentido, las plantillas se utilizan a menudo para representar motivos complejos y detallados con una nueva simplicidad.
Exactamente eso logra Föll: a primera vista pare que sus obras son fácil de concebir. Esto recuerda a las técnicas gráficas utilizadas durante el comienzo de la era de la computación hace unos 30 años, específicamente al desplazamiento de paralaje en varios niveles. El desplazamiento de nivel se utiliza para crear una ilusión de profundidad espacial para el cerebro. Los movimientos escénicamente representados en las imágenes multicapa de Föll sugieren que utiliza consciente o inconscientemente el arte del esténcil para hacer justicia al deseo de simplicidad de la gente a pesar de la multidimensionalidad y la profundidad espacial, pero muy alejado de la lógica informática que se ha vuelto cada vez más prominente en los últimos 30 años. Quizás se podría leer su arte como una propuesta analógica para resolver problemas de representación digital. Sin embargo, en estricto contraste con algo como la estética de un juego asistido por un ordenador. Porque las imágenes de Föll no sirven para distraer ni para preparar gráficamente el „aburrimiento“, como los conocidos juegos „jump & run“. Más bien, sus obras tratan de cuestiones profundas de nuestro mundo moderno. Las obras de Föll son multicapas no sólo en el sentido visual, sino también y sobre todo en la dimensión de un significado. Föll superpone los niveles de la realidad de hoy y reduce la complejidad de las inundaciones de imágenes que fluyen hacia nosotros hoy para volver a ver lo esencial. A veces trabaja con estereotipos, pero también los vuelve a exponer al incrustarlos en un contexto absurdo o al profanarlos de manera inapropiada. De esta manera, las plantillas utilizadas se convierten en plantillas de pensamiento. Un motivo recurrente en la obra de Föll es el helicóptero. El helicóptero es un motivo importante del modernismo. Por primera vez en 1914 hubo el primer aeronave de alas giratorias en funcionamiento, que no sólo podía elevarse verticalmente sino también avanzar. Históricamente, la idea del helicóptero ha sido conocida desde le Renacimiento. Leonardo Da Vinci tomó el helicóptero en sus llamados „Manuscritos parisinos“ (1487) como punto de partida y primer punto de cristalización concreta para el sueño de volar, al menos en modelos y en papel.
El helicóptero representa hoy la superioridad militar y conflictos de intervención militar rápida. Lo mismo ocurre con el rescate en zonas de crisis, cómo se muestra de forma impresionante en numerosas películas de acción. La guerra de Vietnam es normalmente la primera asociación mencionada cuando uno se confronta con un imagen de un helicóptero.
El helicóptero en las obras de Föll es un símbolo poderoso con un significado multidimensional. A más tardar desde la escritura „Leviatán“ (1651’) de Thomas Hobbes, se ha hecho evidente que la idea del Estado va acompañada de un monopolio abstracto del uso de la fuerza, que se ejerce con materiales y agentes como los soldados. Este monopolio de la violencia, con el que Bernard Föll nos confronta en sus obras, es a la vez una expresión de una fuerza ordenada y una expresión de violencia y reivindicación del poder. En el complejo mundo actual, Föll aborda también los numerosos procesos y normas „kafkianas“, a los que están sometidas las personas en las sociedades estratificadas. Los temas que Föll nos presenta en sus obras llegan al corazón del mundo actual. Este artista tiene algo refrescante y casi anarquista, ya que no sigue los dictados de la escena artística academizada.
Dr. Andreas Dammertz